¡Hola de nuevo!
Siento estar publicando intermitentemente entradas sobre libros que distan mucho de ser novedades que tengo preparadas desde verano del año pasado, pero estos meses he estado inmerso en mi Erasmus y no me he visto con el espíritu necesario para dedicarle el tiempo que quisiera al blog.
Sin embargo, la semana pasada tuve tanta suerte que me apetecía compartir mi vivencia con vosotros. Quiero advertiros que esta entrada se aleja del formato de la crónica que ha seguido el blog en algunas ocasiones: no voy a ser tan preciso ni detallado como entonces; más bien, voy a contaros una historia.
El jueves de hace dos semanas, al visitar la librería Waterstone's de Newcastle (ciudad en la que estoy estudiando este curso) junto a
@_beawallflower (mención especial para ella, que fue quien hizo que estuviera entre libros esa tarde), encontré un cartel en la entrada que me hizo mucha ilusión. Sabía que este autor iba a publicar su esperada antología por estas fechas, pero durante mis vacaciones en España aún no se había anunciado en la web que fuera hacer la visita que acabó haciendo, de manera que me pilló desprevenido y sin un libro suyo de mi propiedad a menos de dos mil kilómetros de distancia.
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Esta es la imagen que envié por WhatsApp en cuanto me enteré de la feliz noticia |
Sí, Joe Abercrombie iba a estar en Newcastle en seis días, a las siete de la tarde. Su saga
La Primera Ley, que nunca me cansaré de recomendaros encarecidamente, me atrapó por completo durante mi verano anterior a la Universidad y se convirtió en uno de los autores que más me gustan, lo cual hizo que le dedicara las correspondientes entradas en el blog durante los meses siguientes. ¡Y ahora iba a tener la ocasión de asistir a un evento en el que estuviera él!
El problema llegó cuando fui a comprar el ticket para participar en el acto y me dijeron que ya los habían vendido todos. En el fondo, tampoco me sorprendía, el que había llegado tarde había sido yo. Me ofrecieron la opción de apuntarme a una lista de espera y, en caso de que hubiera un puesto vacante, me llamarían. Por supuesto, acepté; sin embargo, no albergaba muchas esperanzas: al menos, era el cuarto en la lista. Y, la verdad, ¿qué probabilidades tenía de que alguien decidiera no ir a ver a Abercrombie teniendo ya la entrada? Era posible, pero muy difícil.
Llegó el lunes, y nadie me llamó. El martes, todo siguió igual. De esta manera, le tocó el turno al miércoles, un día que podría haber sido largamente esperado en otras circunstancias, pero yo ya había perdido toda esperanza. Era inútil comerse la cabeza pensando en que Abercrombie iba a estar en la misma ciudad que yo y no iba a verle, y la verdad es que no lo hice. Aunque algún pensamiento le dediqué...
Después de acabar mi clase de la tarde, me paseé por el centro de la ciudad, compré un paraguas nuevo (y ositos de gominola) y volví a casa. La verdad, ya tenía asumido que la historia acababa ahí, así que no le di más vueltas. No tenía mucho que hacer ese día, así que estaba tumbado (siendo sinceros, tirado) en la cama pensando en mi respuesta a un mensaje de
Eleidhunita y cuál sería mi cena cuando la pantalla se volvió negra en mis manos y apareció un número de la zona llamándome. Una pequeña parte de mí tenía sospechas sobre quién podía tratarse, pero ya había respondido a un número inglés días antes esperanzado y lo único que querían de mí era que aceptara una oferta (que rechacé, por cierto), así que quise ser cauto.
La verdad es que al principio estaba tan desconcertado que no entendí nada, así que les pedí que me lo volvieran a repetir. Cuando me di cuenta de que hablaban de mí usando mi segundo apellido, que apenas he difundido por estas tierras, empecé a atar cabos. La voz me estaba diciendo que sabían que era precipitado, porque apenas quedaba una hora para el encuentro con el autor, pero alguien había fallado a última hora y podía ocupar su lugar si quería. ¡Me llamaban desde la librería e iba a poder ver a Joe Abercrombie! ¡¡Sí!!
Caray, de repente estaba tremendamente ilusionado. Otras veces he estado en firmas a las que sabía que asistiría desde hacía semanas o incluso meses; en esta ocasión, ni siquiera tenía una hora para asimilar que iba a ver a un escritor que admiro tanto en menos de sesenta minutos.
Antes de salir de casa me calenté un ramen al que apenas le di un par de mordiscos y me encaminé hacia Waterstone's, donde me hice con
Sharp Ends, su antología de relatos ambientados en el mundo de
La Primera Ley recién publicados y la razón por la que iba a tener lugar la charla de esa tarde. Una vez en el piso subterráneo donde iba a tener lugar el esperado encuentro, me senté de manera que pudiera tener casi enfrente al autor (la primera fila esta reservada, así que me puse en la segunda... ¡apenas éramos unos pocos en esos momentos!) y me puse a tuitear torpemente. Sí, me volví digitalmente políglota por unos momentos...
Los minutos pasaban... ¡y yo no había cenado! Los ositos que había comprado sin ningún motivo en especial (bueno, me gustan, pero comprarlo fue algo imprevisto, tan solo me apetecían) me sirvieron de suministros mientras me dedicaba a dar la lata a los demás por la red. El tiempo avanzaba...
Y, a las siete de la tarde, hora inglesa... ¡Joe Abercrombie entró en escena!
¡Qué experiencia! ¡Qué tipo más divertido! Tras una breve introducción y los aplausos pertinentes, el autor procedió a leer el principio del relato Two's Company. No voy a contaros de qué va, ¡pero fue genial escucharle! De pie ante nosotros, con el libro en las manos... ¡Qué gracia le echaba! ¡Y qué voz tiene!
Durante el encuentro, alguien sacó una foto y, si os apetece, podéis buscarme. ¡Ella me encontró!
Tras la lectura, llegó el momento del turno de preguntas. Aunque al principio parecía que nadie se atrevía, la cosa se animó enseguida y hubo de todo, tanto relativo a
La Primera Ley como a su trilogía juvenil
El mar quebrado. Fue especialmente interesante descubrir que Glokta, uno de sus personajes que más me gustan, fue una incorporación relativamente nueva al plantel de personajes que formaban parte de un borrador que había escrito bastantes años antes de redactar la versión definitiva de
La voz de las espadas. También comentó su manera de escribir, trabajando en una idea, en vez de teniendo varias que coloca de una forma u otra. No faltó, sin abandonar su humor, mencionar películas que le habían servido de inspiración a sus novelas. Sin embargo, no hubo suerte a la hora de sonsacar qué podría haber ayudado a gestar la nueva trilogía situada en el Círculo del Mundo que está preparando. Lo único de lo que habló fue lo que ya sabíamos: se tratará una nueva generación de personajes, con los viejos actuando en un segundo plano. También hubo menciones a la industrialización; tal y como estaban las cosas en
Tierras Rojas, tengo curiosidad por ver cómo evoluciona el asunto.
La librería publicó otra foto en la que aparezco yo, alegre y feliz. Lástima que no se aprecie del todo a esta distancia...
Como al día siguiente aún estaba rumiando la tarde anterior, acabé indicando mi posición en este otro tuit. ¡Lo siento, no pude evitarlo!
Escuchar a Joe Abercrombie fue un placer. Pero lo mejor estaba aún por llegar, y eso que mi experiencia había sido muy, muy buena. Llegó el momento de la firma, y yo no tenía mucha prisa, así que esperé sentado tranquilamente en mi sitio hasta que un buen señor que debía de haberse llevado toda su bibliografía en esas bolsas que cargaba me invitó a ser el penúltimo para no hacerme esperar. ¡¡Gracias!!
Creo que nunca había hablado tanto en una firma con un autor. La dedicatoria no fue muy larga, pero el tiempo que me dedicó fue inestimable: fue genial tener ocasión de charlar un poco con él, contarle una versión resumida de esta historia sobre la suerte que había tenido (porque tuve una suerte tremenda, y soy muy consciente de ello), lo mucho que había disfrutado sus libros (lástima que no los tuviera en UK en esos momentos), y... ¡que esperaba volver a verlo por España la próxima vez! Incluso tuve ocasión de hablar con la librera que me había llamado apenas unas horas antes, así que pude agradecerle la oportunidad que me habían dado.
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Pobre hombre, no sabía la que se le venía encima... |
A estas alturas, mi aspecto no es un secreto, así que me he permitido añadir esta foto de perfil (literal). Sin embargo, mi cara de felicidad junto a Joe Abercrombie me la reservo para mí. ¡Pero podéis ver el resto!
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Nickrar tremendamente feliz junto a Joe Abercrombie |
Es increíble cómo la suerte puede cambiar de un momento para otro. Creo que todavía no me he hecho a la idea de que he estado en una firma de libros suya: otras veces he tenido tiempo para saborear la espera, cosa que no ocurrió en esta ocasión. ¡Es un giro de guion tan inesperado que podría haberlo escrito él! Aunque, de ser así, habría habido mucha más sangre y podría haber perdido algún miembro... ¡no me puedo quejar!
Espero que tengáis ocasión de estar cara a cara con él pronto, porque estoy convencido de que os lo pasaréis en grande. Cuando pueda, leeré Sharp Ends y publicaré mi opinión sobre el libro. Mientras tanto, probablemente deje caer algunas otras reseñas. ¡Esto es todo por ahora! Gracias por haber llegado hasta el final de esta historia, ¡ahora es vuestro turno!
Thank you,
LordGrimdark!
¡Un abrazo!
Se me olvidó mencionar un detalle importante: al volver a casa, me recalenté el ramen que me había dejado antes y cené decentemente, aunque me tomé mi tiempo :P Tenía que procesar mis emociones, jajaja...
ResponderEliminarNicolás, sigues escribiendo tan bien que es un gusto leerte. ¿No te animas a escribir alguna novela o relato corto? Tu profe.
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